Anotaciones en un día de invierno.



Aprendemos a tartamudear con el fin de utilizar ese “truco” como vía de escape ante una charla o situación incómoda. El tartamudeo (la frontera de la palabra) distrae al receptor, lo dispone a un momento de absoluta decepción. El receptor cerrará los ojos, no verá nada, no se molestará en contestar. Mientras seguimos tartamudeando hay infinidad de personas inventando una teoría. Encontrando soluciones imaginarias. Estoy casi segura de que los cálculos matemáticos más asombrosos surgieron después de un perfecto y casi glorioso tartamudeo.

No hay comentarios: