de El ocaso del pensamiento.

Uno puede decir con toda tranquilidad que el uni-
verso no tiene ningún sentido. Nadie se enfadará. Pero
si se afirma lo mismo de un sujeto cualquiera, éste pro-
testará e incluso hará todo lo posible para que quien
hizo esa afirmación no quede impune.
Así somos todos: nos exoneramos de toda culpa
cuando se trata de un principio general y no nos aver-
gonzamos de quedarnos reducidos a una excepción. Si
el universo no tiene ningún sentido, ¿habremos librado
a alguien de la maldición de ese castigo?
Todo el secreto de la vida se reduce a esto: no tiene
sentido; pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno.
(E.M. Cioran.)