René Magritte |
Dime dónde esconder la sombra que robaste
esta tarde en el supermercado,
le arrebataste la sombra a la cajera que cobró
tus cinco semillas de girasol.
Ella caminará sin ver su reflejo gris,
¿quitaste también su semblante apaciguado?
¿le dejaste algo al menos?
¿se dará cuenta de que es una mujer sin sombra?
El sol se esconderá para que no descubra mi robo, -me dijiste-,
y me enseñaste tu dentadura afilada y tu boca sonriente.
Te van a encerrar en Guantánamo, te van a acusar de terrorismo,
ella habla inglés y árabe y no tiene sombra, -te dije-.
Escondiste la sombra en lo más profundo de tu armario,
nadie más supo de ella, ni siquiera su dueña, ni si quiera yo
que te vi quitándosela aquella noche turbia de supermercado.
Los años pasaron con el ritmo que pasa el viento,
los días se fueron como se va la espuma del océano,
y si me dejas seguir con estas metáforas,
podría contar tu historia en quinientos renglones.
Pero no,
porque ella murió y no se pudo llevar su sombra,
y no estuviste en la cárcel y aprendiste árabe y aprendiste inglés,
ahora quieres aprender la lengua de los muertos para hablar con
tu sombra sin nombre, sombra inmortal, sombra condenada,
sombra sin refugio, sombra del cadáver, sombra de la sombra muerta,
sombra del ardor, sombra de tus ojos, sombra del hoyo negro,
sombra de tu sombra viva.