29/01/20




Cosas que me gustan: Las mañanas, el aire, el inicio. Tomar baños de sol, los boleros a medio día con una bebida caliente. El tiempo necesario para el pensamiento, los abrigos largos, los vestidos de flores, el orégano, el té verde, el té negro con leche, ver una película mientras abrazo a mi acompañante, los pequeños cuadernos, dormir sola, tampoco me desagrada que alguien esté a mi lado, acomodar libros, Oaxaca, correr en los parques, cuando la gente llora en alguna obra de teatro, el mar, los panteones viejos, las cámaras instantáneas, el vino, los labiales, las pijamas, ir a las librerías los domingos, dormir en casa, el agua caliente, Barcelona, las charlas inesperadas, platicar en el auto con mi madre, los dibujos de mi sobrina, las carcajadas de mi padre, las noches en mi cama escuchando a poetas declamar: Raúl Zurita, Nicanor Parra, mis 31 años, las montañas de Santa Rosa.

Cosas que me desagradan: la música a alto volumen, las calles sucias, el cambio climático, la violencia de las noticias, lavar los trastes, las explicaciones largas, la carne, las mañanas frías, ir al médico, a cualquier médico, el futbol por televisión, que lleguen a casa sin avisar, los alcohólicos, los refrigeradores vacíos, las macetas con plantas secas, mi último exnovio, las autobuses llenos, la falta de sueño, la luz artificial de las oficinas, la luz blanca, los días muy fríos, madrugar, no desayunar, el calentador de gas, las habitaciones oscuras y sin ventanas. 

Tejido de afectos


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Nunca vi tu sombra,
no que yo recuerde.
Pero sí vi tus ojos detrás de unos lentes cuadrados.
Los vi varias veces:
mientras cocinabas, mientras hablabas,
mientras cantabas.
Cuando cumplí 15 años
fui a tu casa y me dijste que
ese mismo día había nacido un canario.
Me enseñaste el cascarón roto.
Un recuerdo que se ha quedado conmigo
hasta ahora: