“El terreno donde están los restos es muy peligroso, y se deshace”

Francisco Toledo


Dime país, ¿por qué no me das todos tus impuestos 
para fundar otro país?
¿por qué no depositas las monedas en una caja blanca
y me la envías a ese otro país?

no quiero bancos, no quiero créditos ni hipotecas, 
solo construir otro país.

País, dame lo que recaudas de tus esclavos 
para hacer una nueva tierra con un nuevo nombre 
y nueva forma de nombrar las cosas:
las vivas y las muertas. 

Quiero tu dinero, país, para fabricar un ejército insólito, 
porque todos nos van a atacar con sus bombas, país, 
piensan que en este planeta 
ya no hay espacio para un territorio más, 
país.

Puedo construir mi país, encima del tuyo, país. 
Instalarme arriba de tus templos y palacios. 
En mi país, país, vamos a reimaginar el lenguaje,
vamos a desatar inventos 
proclamando cosas que nunca han sido 
proclamadas.

Trabajaremos todos en tu país 
y pagaremos puntualmente todo lo que nos pides
para inaugurar nuestro, mi país.
Y haremos facturas electrónicas y 
 puntualmente nuestra declaración anual
y seremos personas morales,
país, país: gran recaudador. 

Dime país mío, país en el que descansan los restos de mis abuelos, 
las cenizas de los papás de mis abuelos, dime país de bosques secos, 
dime país de pájaros dormidos, dime país, 
dime país de desgastados pilares, 
país de cemento, país de carbón, 
país de la intuición, país del delirio,
dime país dime,
¿por qué no me das todos tus impuestos para fundar otro país?


Apunte de un sueño y epígrafe sobre la rebelión

"El derecho de rebelión es sagrado porque su ejercicio es indispensable para romper los obstáculos que se oponen al derecho de vivir."
El derecho de rebelión
Ricardo Flores Magón



Recordé el día que desperté del sueño en el que era un Samurai. 

Conocía los tratados éticos y pensaba constantemente en la lealtad y en el honor, 
lo curioso era que fui un Samurai en los desiertos mexicanos, 
un Samurai mujer en México, en el desierto y luego en Guanajuato. 

Fui un Samurai que subía los callejones con su espada, 
cada escalón propiciaba un pensamiento de muerte y de lealtad y de honor.
En el sueño no sabía por qué era un Samurai flotante, de repente
sentí que mis pies no tocaban el piso y además sostenía una katana. 

Era una mujer samurai poderosa, conocedora de vastas y aniquiladoras artes marciales.
Subía hasta la cúspide del cerro, con mi cabello recogido y me preguntaba:

¿cuál era mi combate?

Mi cabello era una fuente de petróleo y me perseguía una horda de explosiones, 
mi sueño era una mezcla de todo y nada, de lecturas nocturnas, de geografía, 
de distancia y cercanía. 

Fui un samurai mujer flotante poderosa, mi cabello una mina de oro negro.
Fui una espía que tenía como misión conocer los secretos del mundo, saber los secretos de cada habitante del planeta, mi vida no me alcanzaría, pero por eso era un gato con siete vidas
y la oportunidad de tener siete suicidios, de perder mi honor y recuperarlo encajando un pedazo de metal filoso en mis entrañas. 

Siete veces, ser siete gatos samurais mujeres flotantes 
en el desierto, en los callejones de mi pueblo adoptivo. 

Onírico paisaje de lealtad, honor y siempre la muerte. 

Collar de dientes



La jaula estaba abierta: 
dejaron a las bestias ser libres. 

Nunca entendieron qué era aquello, 
cuál es el significado de la palabra que libera. 

Aunque, sin pensarlo, abandonaron el lugar de la pesadilla. 

Las amenazas hablaron: ¡vamos a desaparecer a todas las bestias!
Nos haremos collares con sus dientes, fabricaremos joyas que todos van a desear,

haremos vino con su sangre, crearemos una nueva religión. 

Las bestias se escondieron en los bosques, 
los cazadores llegaron, hombres-bomba explotaron, 
se prendieron fuego y 

las bestias salieron para chupar los cadáveres.



28


Un meteroro cayó 
dentro de la casa de mi abuela.

Destruyó sus macetas, las plantas 
se quemaron.

En su cocina explotaron las ollas de barro, 
aparecieron grietas en el suelo. 

Las fotos de sus nietos, 
quedaron en cenizas. 

Su boca estuvo abierta 
al ver todo el desastre.

Bolas de fuego reinaron en sus 
rebozos de colores. 

El ladrillo se desplomó, 
ella dio su declaración al noticiero nocturno. 

Todo se esfumó -dijo- menos mi 
largo cabello teñido de rojo.


(Porque mi abuela nunca se dejó las canas, porque con una feroz valentía se mantuvo en la vida. 28 de febrero, de aquí hasta los días que vienen: inmortal en el recuerdo.)