La soledad es un regalo o la importancia de tener un florero y hacer listas durante la pandemia

La soledad es un regalo

Los primeros días de marzo convencí a mi mamá para que me acompañara a una librería, fuimos las dos solas y en el auto le iba contando que había un libro que tenía muchas ganas de leer, escrito por  una de mis autoras preferidas, "espero que sí lo encontremos, lo edita Sexto piso, luego te lo presto. El primero que leí de ella me gustó bastante", le dije a mi mamá. 

Buscaba "Mirarse de frente" de Vivian Gornick, no estaba en la primera librería a la que fuimos pero lo encontramos en la segunda. Regresamos a casa y lo empecé a leer. 

Por la tarde de ese mismo día fui con mi hermana menor y con mi amiga Marisol a la marcha del 8 de marzo. Marchamos juntas con un pañuelo verde. Unos cuantos días después comenzó el confinamiento. Hoy es 2 de agosto y aún no acaba. Extrañamente vivimos una pandemia y una explosión de sentimientos y emociones nos acompañan a cada momento. O al menos, así me he sentido yo. 

He podido leer poco durante el confinamiento infinito, he tenido otras ocupaciones, pero el primer libro que leí fue el de Gornick, lo leí en la hamaca que el vecino puso en el jardín y como era de esperarse, lo disfruté muchísimo. Su escritura está llena de reflexiones frescas y sabias. 

En uno de sus relatos habla sobre su relación con la soledad, en la que la resistencia y el autodominio van de la mano. He tratado de interiorizar, (¿de sentir?) resistencia y autodominio en estos tiempos complejos. Vivian Gornick me llevó a una frase que subrayé: "Tenía pensamientos que pensar, un arte que aprender, un ser que descubrir. La soledad era un regalo".

Así quería pensar en marzo, "la soledad es un regalo" y me quedé sola en casa, con mis propios pensamientos, con mi tiempo para aprender cosas nuevas y experimentar con el miedo ante la enfermedad (que todos estamos viviendo) y con la libertad que implica la soledad. 

Ha sido interesante saber que puedo arreglar  una ventana de la casa yo sola, cargar los garrafones y las bolsas con despensa, cocinar y trabajar y trabajar y volver a trabajar. Platicar con lxs amigxs, mi familia y sentirme querida para empezar de nuevo cada día. Tocar la jarana, cantar un poquito y dormir tarde, despertar temprano y hacerme un café. Mover mis plantas de lugar. Sentarme a ver la tarde caer. De vez en cuando hacer yoga, de vez en cuando sentirme feliz y de vez en cuando sentirme triste y angustiada al mirar hacia afuera. 

Pero:

La soledad ha sido un regalo. 


La importancia de tener un florero

En uno de esos pocos paseos que di a finales de marzo y principios de abril compré un florero. Pasé por una tienda -la única que estaba abierta esos días en la calle principal de la ciudad- y al ver a la vendedora, una señora de avanzada edad y de convicción firme, no pude resistir y adquirí el florero más bonito de todo el lugar.

Después pensé que era necesario ponerle flores y fui al Barartillo a buscar algunos claveles y lilis. Llegué a casa e instalé el florero al centro de la mesa, se veía tan hermoso con las flores que escogí. Le tomé varias fotos y se las compartí a mis amigxs y a mi mamá. Cada día lo observaba y me animaba pero así como soy -una persona con preocupación crónica- me empecé a angustiar cuando las flores marchitaron. 

Tuve que comprar otras porque no podía dejar el florero vacío por mucho tiempo. Cada fin de semana iba al mercado por comida y por flores, verlas ahí en esa pieza de cerámica, me tranquilizaba, era una señal de que todo iba a estar bien. 

El florero se quedó vacío por un tiempo pues llegó a acompañarme Palmira, mi mejor amiga, las conversaciones en casa fueron un soporte, las risas y el llanto también.  Pude tener el florero vacío quizá por la buena compañía. 

El florero vacío siguió siendo importante, me gustaba verlo al centro de la mesa,  una pieza artesanal única, un objeto que no se enferma. Ningún objeto se enferma, nosotros sí. La semana pasada Irazú me regaló un ramo de flores en un día complicado, el regalo de mi amiga me puso contenta y volvió a darle tranquilidad a mi espacio.

Hacer listas 

Durante estos meses he empezado a hacer listas: "Cosas que me gustan y cosas que no me gustan", "Frutas y verduras para comprar el fin de semana", "Cosas favoritas de Paulina", "Libros favoritos de Paulina", "La diez canciones que más he escuchado estos días", etc. 

Me gustan las listas, antes hacía muchas. Me sirven ahora para conocerme mejor, entenderme un poco más. Hice una lista de las veces que he llorado desde marzo hasta agosto. He contado sólo cinco. La primera fue porque murió un ser querido de la familia y la última fuer ayer, cuando Pal me regaló un dibujo que hizo de un colibrí. 


Continuará...