Pasando el tiempo en Las horas negras.



Las horas negras es un trabajo realizado por Aridjis para “hacer visible lo invisible” , estas mujeres reclusas son seres que pasan desapercibidos por la sociedad. Son seres marginados que se excluyen del mundo externo a causa de un crimen y que se enfrentan a distintas peripecias dentro de la cotidianidad que es su mundo, en el que se rodean de las mismas personas y de los mismos espacios día con día. Patricia Aridjis es una fotógrafa que ha desarrollado su trabajo en varios periódicos de la república. Su trabajo se desarrolla en el fotoperiodismo. Este es un género fotográfico que se interesa principalmente por temas de índole social. En estos tiempos, la fotografía es parte de nuestra vida cotidiana es un elemento que puede impactar a gran parte de la población social ya que su distribución y su aceptación reside dentro de todas las capas sociales “penetra por igual en la casa del obrero y del artesano como en la del tendero, funcionario, etc. de ahí reside su gran importancia política” El nacimiento del fotoperiodismo inició en Alemania a partir de ese momento la fotografía se convirtió en un elemento de lucha social. La recepción de las imágenes en tiempo se caracterizan por su inmediatez, por la facilidad de interpretación y desciframiento. Una imagen en el periodismo es fácil de entender, en ella no hay mucho espacio para las abstracciones, la foto en el periodismo debe de ser objetiva, accesible, las imágenes se acercan a la emotividad: “al dirigirse a la sensibilidad, la fotografía está dotada de una fuerza de persuasión”. La fotografía se presenta como un lenguaje visual que, -en el caso del fotoperiodismo- hace que la imagen se convierta en un medio para informar, para decir y dar testimonio de los hechos que acontecen en determinado tiempo y situación. La fotografía desempeña la función de testimonio, de documento que informa y registra un hecho específico. A lo largo de la historia el trabajo en la fotografía periodística se ha desempeñado en mostrar imágenes de conflictos políticos y desastres naturales. La cámara se convierte en un elemento indispensable para registrar hechos de gran impacto en la historia de la humanidad, de eventos que no son parte de lo cotidiano pues marcan a la historia y trascienden: las guerras, los movimientos sociales, las catástrofes producidas por la naturaleza, etc.

Patricia Aridjis habitó por varias horas los reclusorios de mujeres en el DF con la intención de captar las emociones y sentimientos que se encuentran encerrados al igual que las reclusas en prisión. Las fotografías son entonces documentos que relatan y muestran las historias de mujeres que han sido privadas de su libertad y que viven en condiciones deplorables dentro de la cárcel. El trabajo fotográfico de Aridjis es una herramienta que sirve también para que las mujeres reclusas cuenten sus historias, relaten los problemas a los que se han enfrentado y sean “escuchadas”:

La cárcel de mujeres encierra cientos de historias tristes, historias de abandono, de maltrato, de amores incondicionales; historias contadas una y otra vez como una letanía dolorosa que no se puede olvidar. Para entrar hay que recorrer un largo túnel que conduce a un mundo femenino casi en su totalidad, un mundo sin colores vivos, sólo beige y azul marino de los uniformes. Un sello invisible sobre el antebrazo hace la diferencia entre los que van de visita por unas horas y los que se quedan por años o simplemente nunca salen. "Llevo siete años, cuatro meses y dos semanas." Cuentas exactas, interminables. Tiempo que transcurre lento y de pronto se convierte en años. Horas negras.


La vida de una mujer prisión se tiene que adaptar a la de una mujer común (que trabaja, que es madre) la maternidad es un aspecto que se lleva a cabo a pesar de las causas en las que ellas viven. En la cárcel también habitan niños que ahí nacieron, viven en prisión como sus madres. Aridjis nos dibuja un panorama de la vida en la cárcel en donde los objetos habituales ahí dentro cobran otro valor: el jabón, el papel de baño, los desodorantes, en prisión, se convierten en objetos preciados. Además, también nos cuenta a través de su discurso fotográfico cómo son las habitaciones de aquellas mujeres, las cuales tienen que obtener la cama a base de méritos ya que una celda es de espacio muy limitado y es ocupada por quince reclusas. Otra cosa de la que da testimonio la fotógrafa es de las relaciones amorosas que se llevan a cabo dentro del reclusorio, en las que las mujeres se enamoran una de las otras ya que “el amor se toma de la persona más próxima, de la que las entiende, de la que esté en la misma situación, de la que no la deja, al menos ahí”.
Las fotografías nos muestran a los niños pequeños alimentados por sus madres a través de las rejas, a mujeres jugando algún deporte en los patios de las cárceles, a mujeres fumando, durmiendo, corriendo, cambiándose de ropa, besándose, etc., la crudeza se vislumbra en las fotos desde la imagen que muestra hasta los colores blanco y negro, tonos fríos y sobrios. Es importante mencionar que el trabajo de Patricia Aridjis genera una visión crítica de la situación en la que están inmersas estas mujeres, su vida ha sido marcada por la violencia, el maltrato y el caos. Muchas de ellas se sienten más seguras en la cárcel como lo menciona Aridjis: “la cárcel como un gran útero, donde las mujeres encuentran cobijo y un émulo de familia… quizá no es el útero de la mejor madre, pero sí les da la posibilidad de sentirse seguras y en ese sentido libres…” Patricia de Aridjis es una persona comprometida con el trabajo de foto periodismo en México, ella se ha encargado de fotografiar a una parte de la sociedad que suele ser olvidada. Las horas negras es un ensayo que además se compone de cartas, videos y anotaciones en las que las reclusas con su puño y letra escriben y nos relatan sus historias, textos que se desprenden de su mente y en los que encuentran una forma de libertad. En este ensayo fotográfico podemos vincular a las fotos que lo componen con la marginación, la crudeza y la violencia generadas en la soledad y en la cotidianidad de ese espacio que las rodea.

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