
No quiero hablar.
No quieres hablar.
No quieren hablar.
Y así seguimos conjugando en el silencio de nuestras habitaciones, en donde la música de repente, también es silencio.
Todos estamos mirando al sol.
Volteamos la cara al sol.
Nuestros ojos se hacen tan fuertes como para no derretirse ante el sol.
Todos cortamos nuestras cabezas para enviarlas al sol.
¿Cuánto cuesta enviar un paquete ensangrentado al sol?
2 comentarios:
y luego pau?
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