Hice un barco con papel,
como me enseñaron en la infancia.
Lo guardé en mi cartera, lugar en el que conservo mis amuletos.
En mi andar, olvidé que caminaba con ellos.
Objetos de la suerte, de lo que buscamos, encontramos y perdemos.
Nuestros apropiaciones son significados ocultos.
Palabras de niños, juegos insípidos,
bromas encerradas en una habitación en la que vimos el cielo desde la ventana.
Ingenuidad sin tragedia, insensatos afuera: juntos.
En un racimo vamos todos, nuestros locos caminan a la par, se lanzan uno a uno.
¿Por la ventana de las añoranzas?
¿Por el camino de los cuerpos que se perdieron en los cerros?
Nos aventamos al océano desde aquel barco de papel.
1 comentario:
Wislawa Szymborska
CHARCO
Recuerdo muy bien ese miedo infantil.
Evitaba los charcos tras la lluvia,
sobre todo los recientes.
Alguno podría no tener fondo,
aunque se pareciera a los otros.
Me meto y de pronto me caigo toda,
comienzo a volar hacia abajo,
y más y más abajo,
en dirección a las nubes reflejadas
y a lo mejor más allá.
Luego se seca el charco,
se cierra sobre mí,
y yo atrapada para siempre -dónde-
en un grito que no sale al aire.
Solamente después llego al entendimiento:
no todos los accidentes
siguen las reglas del mundo,
y aun si lo quisieran,
no pueden suceder.
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