Pequeño diccionario de palabras incomprendidas (primera parte).
Mujer: Para Sabina ser mujer era algo que no había elegido y no le causaba conflicto alguno. Para Franz, Sabina era toda una mujer, como un valor, tanto como su esposa Marie Claude, pues no todas las mujeres son dignas de ser llamadas mujeres.
Traición: Significa abandonar las propias filas e ir hacia los desconocido. Sabina no conoce nada más bello que ir hacia lo desconocido. Lo hacía desde temprana edad y a través de sus pinturas.
Música: Para Franz es el arte que más se aproxima a la belleza embriagante, lo libera de la soledad, del encierro, del polvo de las bibliotecas. A Sabina no le gusta la música, quizás si hubiera vivido en la época de Bach le agradaría más, pero su desagrado surge a raíz de sus experiencias en Obra de Juventud, cuando estudiaba en la academia de pintura. La música se aullaba fuertemente por los altavoces y para ella representa ruido y comprobó que la transformación de la música en ruido es un proceso planetario, mediante el cual la humanidad entra en la fase histórica de la fealdad total: coches, motos, guitarras eléctricas, taladros, aviones, altavoces, sirenas.
Luz y oscuridad: Para Sabina vivir significa ver. La visión está limitada por una dobre frontera: una luz fuerte que ciega y la total oscuridad. Para ella oscuridad significa la disconformidad con lo que se ve, la negación de lo visto, el rechazo a ver. Para Franz, la oscuridad al cerrar los ojos cuando penetra a Sabina, representa una oscuridad limpia, pura, sin imágenes ni visiones, el infinito que lleva dentro de sí.
Manifestaciones: Franz gustaba mucho de asistir a las manifestaciones cuando estudiaba ciencia en París. Era precioso celebrar algo, reivindicar algo, protestar contra algo, no estar solo, estar al aire libre y estar con otros. Pero a Sabina no le agradaban porque tenía que asistir obligatoriamente a ellas durante su estancia en la academia, pues comprobó que era incapaz de gritar en coro con los demás y sentía que una masa ruidosa estaba dentro de un mar hostil.
Belleza de Nueva York: Franz era muy europeo, de madre vienesa, padre francés y él era suizo. Pensaba que la belleza europea ha tenido siempre un cariz intencional. Había un propósito estético y un plan a largo plazo según el cual se edificaba durante decenios una catedral gótica o una ciudad renacentista. Mientras que la belleza de Nueva York no era intencional con formas casuales. A Sabina le atraía la belleza neoyorquina porque era belleza por error, al igual que sus cuadros, como el primero que pintó ya como pintora madura; surgió gracias a que sobre él cayó por error pintura roja.
Patria de Sabina: Franz admiraba la patria de Sabina, se sentía fascinado al oír las palabras cárcel, persecución, tanques en calles, emigración, literatura prohibida y siente una extraña envidia mezclada de nostalgia. Sabina dice que el conflicto, el drama, la tragedia, no significan absolutamente nada, no representan valor alguno, nada que merezca respeto o admiración, pues a ella no le gustaba aquel drama, dichas palabras le eran carentes del menor perfume romántico.
Cementerio: La única palabra que suena en el interior de Sabina como recuerdo nostálgico de su patria, pues estos parecen jardines, con las tumbas cubiertas de césped y flores de colores, tan hermosos como una canción de cuna. Para Franz, un cementerio es un desagradable depósito de huesos y piedras.
Iglesia antigua de Ámsterdam: El gran espacio vacío de la Iglesia aparecía ante Franz como la imagen de su propia liberación ante su mujer, su hija, los simposios, los discursos vanos, las palabras vanas. Para Sabina la Iglesia era bella porque se le había aparecido repentina y secretamente, como un mundo traicionado. Desde entonces sabía que la belleza es un mundo traicionado.
Fuerza: Sabina recordaba cuando Tomás le ordenaba con fuerza que pusiera un espejo en el suelo para que ella se paseara desnuda encima de éste. Franz decía que amar era renunciar a la fuerza y Sabina pensaba que dicha frase era hermosa y a la vez Franz quedaba descalificado para su vida erótica.
Vivir en la verdad: Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a sí mismo ni a los demás, sólo es posible en el supuesto de vivir sin público. Tener público, pensar en le público, era vivir en la mentira, pues uno actúa para agradarle a dicho público. Para Franz, después de haber ido a la iglesia de Ámsterdam y de recordar la frase que su mujer le hizo a Sabina al decirle que su collar era feo, se dio cuenta de que ya no deseaba vivir en la mentira con Marie Claude, así que le confesó su relación con su amante y se marchó a Roma con Sabina.
La insoportable levedad del ser. (Milan Kundera).